LLUVIA CON SOL
Una tarde que casi acababa, se adornaba
de nubes con las últimas horas de sol. Un sol que allá, encerrado en lo infinito del
universo, se iba hundiendo casi indiferente a cuanto ocurriera bajo su pálido brillo, y el tímido caer de una llovizna que asomaba.
Allí iba él, caminando con frío a
buscarla para pasear un rato. La lluvia no importaba tanto como el hecho de hallar
otra excusa para verla.
Allá venía ella, como un lucero andante y sin
rumbo. La primera pequeña estrella de la tarde que iba a su paso dejando una
estela.
Él podía
desafiar el frío del mundo con un embrujo y soportar latigazos de espinas, se
aferraba a la vida y al viento. Era este el efecto que causan algunas mujeres
en algunos hombres.
Ella
sabe ser intensa. Es como aquella puerta, que uno cruza para salir de un lugar
en llamas, y encontrar un paraíso o la magia. Que lugar tan poco convencional
para hallar luz de estrellas.
Caminaron
rumbo a un parque, charlando de nada. La lluvia cae intermitente derramada del
cielo al pasto, y esas cascadas del infinito a la tierra, no lograban vaciar las
nubes para hacer asomar al sol indiferente en su camino al ocaso.
Se
sentaron. Ella tan hermosa como una estrella fugaz repleta de sueños, con su
mensaje triste y su melodía alegre, iba contando su historia, una historia linda
y en pedazos, de la que cada palabra le iba deshaciendo el nudo en el pecho. Ella
era fuerte, mucho mas de lo que pensaba. Ella tenía un león guardado por ahí en
algún rincón perdido del corazón.
Él sólo
la escucha. Una voz tan cálida como una melodía de piano, iba cortando el aire y
se desvanecía repleta de sueños. Ella, al hablar, iba poniendo cada nube en su
sitio, ahuyentando la lluvia, y cada palabra brotaba con la fuerza de quien
quiere aprenderse todos los versos del mundo. Iba resumiendo su vida en
frases hechas de tiempo y agua, sacándolas fuera con la fuerza de una tarde
herida.
Hay
tantas verdades como personas. Hay tantas historias como sueños. Hay sólo una
como ella, que con el alma pavimentada de recuerdos, traza un camino que invita a
ser recorrido.
Las
nubes se despejaron. El sol había vuelto a salir después de la lluvia. No todo
está tan mal.
Las amarguras despiadadas se habían ido con las nubes, y el sol llegó dibujándole una sonrisa pequeña, disimulada y brillante. El miedo no puede contra ella, la pena no la hace cambiar de forma. Es fuerte, y aunque llene su pecho de silencio, sigue siendo hermosa.
Las amarguras despiadadas se habían ido con las nubes, y el sol llegó dibujándole una sonrisa pequeña, disimulada y brillante. El miedo no puede contra ella, la pena no la hace cambiar de forma. Es fuerte, y aunque llene su pecho de silencio, sigue siendo hermosa.
Ella es un lucero anhelando una unión celeste,
un amor cósmico que dure un tiempo tan infinito como el universo.
Así
convierte ella un parque en misterio, la lluvia en nada y a ella misma en una
historia.
No todo está tan mal, si después de la lluvia
sale el sol.
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