Todos
hablaban entre ellos, casi sin prestarme atención, y allí, por grupos, se dedicaban
a quemar los recuerdos en cigarrillos y palabras que no valían mucho mas que el
aire del que estaban hechas. Yo mismo era un cliché. Medio triste, pensativo y
mirando distante. Mi única distracción era ir viendo quienes llegaban y recibir
sus saludos por compromiso.
Allá, en una esquina, estaba un amigo al que no veía hace años; reía con su ritmo suave y melódico junto a un profesor que tuve en la universidad. En la esquina contraria, escondidos del mundo y anclados al pasado, estaban mi hermano y su novia.
Allá, en una esquina, estaba un amigo al que no veía hace años; reía con su ritmo suave y melódico junto a un profesor que tuve en la universidad. En la esquina contraria, escondidos del mundo y anclados al pasado, estaban mi hermano y su novia.
Se
habían reunido aquí por mi, y era yo quien menos importaba. De todas maneras
verlos juntos me alegraba el día.
Me quedé
un rato meditando, absorbiendo hasta la última gota de cada momento. Deseando
con toda el alma que llegara sólo una persona más.
Ella era
un resumen de todos mis amores perdidos. Su recuerdo vagaba por mi mente hecha
pedazos, como un fantasma descolorido y risueño. Me faltaba aquella mujer que me
había hecho vivir un amor de cuento, y que de mala manera me enseñó que estos
amores no sobreviven en el mundo real.
La
puerta se abrió una vez mas. Su pelo largo enmarcaba una mirada húmeda de
culpa. Viniste, me dije a mi mismo. Viniste a pesar de todo. A pesar de todos. Viniste
a verme como siempre, como antes, como cuando solía escaparme para que me
buscaras. Como cuando solía tentarte para tenerte.
Ella
era el pasado que tuve y el futuro que siempre quise. Ella era el eco disperso
de un montón de recuerdos y aventuras, de charlas y confianza, de amistad y
peleas.
Viniste
a verme. Hoy no tengo una cerveza fría en el refrigerador, ni un beso en mis
labios.
Se me
acerca, me trae flores. Su voz quebrada se pega en la madera. No puedo sentir
su perfume.
Ella
llora y me recuerda. El vidrio impide que me despida con un beso.
Viniste. Estoy en paz. Ya pueden sepultarme.
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