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sábado, 21 de noviembre de 2015

EL AMOR Y LA GUERRA


EL AMOR Y LA GUERRA

           

 Se jugaban la vida aquella noche, peleando sueños imposibles, cansados, gastados, olvidando en cada movimiento cuánto vale el dolor. La escasa luz les golpea a ambos la cara, haciendo brillar sus ojos de bestia mientras tratan de dominarse el uno al otro. 

 Ambos cedían ante las embestidas que se daban; a ratos se inmovilizaban, sabían el peso de sus manos, conocían bien la técnica. No iban a arriesgarse a dar pasos en falso en medio de la noche, no con los ojos cubiertos de sudor, no con el olfato pendiente de todo. 

 Se maltrataban a sí mismos a través de la carne del otro, de un modo tal que con sólo una mirada se masticaban el alma. Se llevaban casi al borde de la sensación de la muerte, disfrutando el sopor de la semiinconsciencia, llegando a las puertas del cielo, minuto tras minuto, atajo tras atajo.

 Los ataques no causaban más que débiles rasguños, y la carne adormecida les iba quitando la sensación de estar vivos. El instinto les hacía querer rendirse; no huir, sino entregarse. Ya no luchaban por someterse. Ahora lo hacían para encontrar el lugar más cómodo para caer y entregar el alma.

 Un cuerpo se desploma casi derrotado, ocultando con furia su último aliento, mientras aquella sombra menuda lo reduce bajo su peso. Él sabía que jugar limpio era siempre un error, y desde la nada asesta un último golpe certero. 

 Ella se desploma como cuando caen las estrellas del cielo, y se deja caer sobre su pecho. Su mirada se había hecho amplia y luminosa. Había sido derrotada. Ambos se hunden en un mar de sábanas blancas. 

 Esa noche se hicieron de todo. Se hicieron el amor y la guerra. Ahora ambos cierran sus ojos apagando el universo.  









viernes, 20 de noviembre de 2015

JUGANDO A VIVIR


JUGANDO A VIVIR






 Hoy, como cada noche, mis juguetes reían, cantaban y jugaban entre ellos, allí, en el piso de mi habitación. Por la mañana le diré a mi papá que no me traiga más... que esos niños deben ser enterrados con ellos. 

 Creo que esos juguetes quieren ir al cielo, porque juegan a estar vivos.








BAJA DEL CIELO

BAJA DEL CIELO



 Desde una esquina del cuarto la veía llorando, ahí sentada en la cama, con las manos cubriendo su cara, abrazándose a sí misma en un gesto de autocompasión. Lloraba de pena mientras los minutos seguían marcando la distancia de la última vez que nos vimos.

 La verdad es que ese llanto era por mi causa. Fallecí hace un par de días, y ella, sentada y abrazada a mi foto, me pide que no la deje. Me pide que esta noche baje del cielo.

 Cariño… no me fui al cielo.





lunes, 16 de noviembre de 2015

SE APAGA LA LUZ Y TE ENCIENDES




SE APAGA LA LUZ Y TE ENCIENDES

Se apaga la luz y te enciendes
Brillando de sueños, mágica y humana
Me abrazas salvaje y me muerdes pequeña
Te adueñas del mundo envuelta entre sábanas.

Abrazados en un sueño
De salvaje cariño eterno
Nos dibujamos sonrisas en la boca
A tiempo de instantes, a fuerza de besos.

Apaga la luz para encenderte
Que esta noche te quiero mágica y oscura,
    Y mientras te sueño húmeda en mis ojos de tinta  Apaga y ponte salvaje, apaga la luz y enciende mi locura.


  


domingo, 15 de noviembre de 2015

BÚSCAME


BÚSCAME


Búscame en este bosque
De edificios  grises que perforan el cielo
Donde vivo entre hojas secas
Que entre susurros alzan el vuelo.

Un vuelo implacable, brillante e infinito
Con sombra de nubes, con fuerza de aullido.
Búscame  tú que yo te espero
Latiendo entre rocas escondido.

Búscame mirando entre el bosque
Búscame mientras te escribo
Rodeado de auroras de calles solas
La canción más salvaje que se haya oído.

Encuéntrame entre una luna de humo  y árboles de cemento
A mí, un lobo urbano, animal humano
Y caminemos los tiempos que vienen 
entre estrellas de papel picado.





martes, 10 de noviembre de 2015

CUESTIÓN DE HONOR


CUESTIÓN DE HONOR



 Recuerdo la primera vez que te hablé de este lugar, de cuanto traté de convencerte, enhebrando razones encantadoras, tratando de llegar mar adentro en tu deseo.

 La luz roja de afuera parecía un faro, intermitente, punzante, atrayendo amantes como polillas en la noche. Nuestro último encuentro, hace ya tres años, me baila vivo en la memoria y es el que me trae hasta este lugar. 

 Y ahora, a pesar del dolor, aquí me tienes siguiendo tu triste ejemplo de barata y venenosa coquetería... y mientras voy luchando por no paralizarme ante la niebla del momento, me recuerdo que el orgullo pesa menos que el futuro. 

 El telón de la noche caía pesado, quitándome segundo a segundo el recelo. Este instante y los que vienen, no se tratan más de ti que de mí. Un aroma dulce como el perfume que siempre usabas, me inunda de recuerdos sobre como odié aquella vez que tu sonrisa amplia, y tu falda tan corta, te hicieron volar y posarte allá donde el capricho y la soberbia te habían hecho nido… y aquí vas conmigo.

 Agarro fuerte el volante del auto, fingiendo calma voy mirando hacia el asiento del lado; veo a tu fantasma sonriendo, mientras revisa su teléfono celular y me pregunta si habíamos llegado al motel de nuestro pasado. Y tú ahí, presente y ausente, te desperezas y sonríes.

 La cabaña era cálida y con música para olvidar. El piso ahora lleno de ropa de mujer, me hace pensar lo fácil que es jurar amor sobre una cama blanda, y lo lindas que son esas palabras baratas, esas que salen caras dependiendo de quién te las regale. 

 Otra vez sigo tu ejemplo y escondo el corazón bajo la cama. Hago lo que debo hacer, a fuerza de besos que salen a la fuerza, voy vengándome de ti sin que lo sepas.

 Esta noche, mi honor dañado, ya sea real o imaginariamente, es el que me da las fuerzas para continuar. Te perdoné y estoy medianamente en paz. Te quiero como se quiere lo distante, en silencio y de lejos. Ha sido una de las mejores noches de mi vida. Una noche con sabor a siempre. 

 Esta noche acabo de acostarme con otra en tu honor. 






domingo, 8 de noviembre de 2015

LLUVIA CON SOL



LLUVIA CON SOL


 Una tarde que casi acababa, se adornaba de nubes con las últimas horas de sol. Un sol que allá, encerrado en lo infinito del universo, se iba hundiendo casi indiferente a cuanto ocurriera bajo su pálido brillo, y el tímido caer de una llovizna que asomaba.

 Allí iba él, caminando con frío a buscarla para pasear un rato. La lluvia no importaba tanto como el hecho de hallar otra excusa para verla.

 Allá venía ella, como un lucero andante y sin rumbo. La primera pequeña estrella de la tarde que iba a su paso dejando una estela.

 Él podía desafiar el frío del mundo con un embrujo y soportar latigazos de espinas, se aferraba a la vida y al viento. Era este el efecto que causan algunas mujeres en algunos hombres.

 Ella sabe ser intensa. Es como aquella puerta, que uno cruza para salir de un lugar en llamas, y encontrar un paraíso o la magia. Que lugar tan poco convencional para hallar luz de estrellas.

 Caminaron rumbo a un parque, charlando de nada. La lluvia cae intermitente derramada del cielo al pasto, y esas cascadas del infinito a la tierra, no lograban vaciar las nubes para hacer asomar al sol indiferente en su camino al ocaso.

 Se sentaron. Ella tan hermosa como una estrella fugaz repleta de sueños, con su mensaje triste y su melodía alegre, iba contando su historia, una historia linda y en pedazos, de la que cada palabra le iba deshaciendo el nudo en el pecho. Ella era fuerte, mucho mas de lo que pensaba. Ella tenía un león guardado por ahí en algún rincón perdido del corazón.

 Él sólo la escucha. Una voz tan cálida como una melodía de piano, iba cortando el aire y se desvanecía repleta de sueños. Ella, al hablar, iba poniendo cada nube en su sitio, ahuyentando la lluvia, y cada palabra brotaba con la fuerza de quien quiere aprenderse todos los versos del mundo. Iba resumiendo su vida en frases hechas de tiempo y agua, sacándolas fuera con la fuerza de una tarde herida.
  
 Hay tantas verdades como personas. Hay tantas historias como sueños. Hay sólo una como ella, que con el alma pavimentada de recuerdos, traza un camino que invita a ser recorrido.

 Las nubes se despejaron. El sol había vuelto a salir después de la lluvia. No todo está tan mal.

 Las amarguras despiadadas se habían ido con las nubes, y el sol llegó dibujándole una sonrisa pequeña, disimulada y brillante. El miedo no puede contra ella, la pena no la hace cambiar de forma. Es fuerte, y aunque llene su pecho de silencio, sigue siendo hermosa.

 Ella es un lucero anhelando una unión celeste, un amor cósmico que dure un tiempo tan infinito como el universo.

 Así convierte ella un parque en misterio, la lluvia en nada y a ella misma en una historia.

No todo está tan mal, si después de la lluvia sale el sol.






jueves, 5 de noviembre de 2015

SOÑÉ CONTIGO HACE UN PAR DE NOCHES

SOÑÉ CONTIGO HACE UN PAR DE NOCHES



 Siempre aparecía allí, parada en aquél rincón donde la realidad se funde con el sueño, mirándome picaresca, con su pelo rojizo haciendo contraste a una piel blanca, ceñida a su figura menuda. Surgía de la nada que se hace presente al adormecerse, con una sonrisa como una invitación traviesa para soñarla noche tras noche.

 Por pura casualidad, una tarde (no recuerdo si despierto o dormido), empecé soñándola primero por dentro, para luego ir dibujándola a pinceladas furiosas en el lienzo que aparecía al cerrar los ojos.

 Siquiera soñarla ya era un milagro. Dormiría días enteros si mis sueños me dejaran verla cinco minutos. Siempre estaba allí, puntual a nuestra cita de cada noche sin fallar ninguna.

 Era ella mi sueño recurrente, de aquellas mujeres que parecen salidas de una ficción, y que le dan ganas a uno de escribirla sobre un pedazo de tiempo. Una mujer que vagaba a pasitos de niña en mis pocas horas de sueño, juguetona, desordenando todo en mi mente, mientras yo le pedía mil deseos a las estrellas fugaces presas en sus ojos.  

 Pasamos así muchas noches de lunas que vagaban colgadas entre estrellas, hasta que una de esas noches me dijo adiós. Soñé con ella una despedida risueña, donde le llevaba un ramo de flores frescas y una luna llena para alumbrarle el camino. Ella sólo me entregó uno de los tantos deseos que le pedí, escrito en un papel. Desperté para nunca volver a soñar con ella.  

 Frustrado, inmerso en una realidad apagada, me sentía opaco. Era yo mismo pintado sobre un lienzo gris, sin ganas de dormir, sentado en un rincón y curando mis heridas a punta de lamidos.

 La llamé a gritos, con el resumen de cientos de versos que habían olvidado como salir de mi cabeza. Quería soñar con ella otra vez, pero nunca mas volvió.

 Una tarde la vi. Una muchacha idéntica a la que aparecía en mis noches, me reconoce entre la gente. La miré a los ojos y al instante comprendí la belleza del misterio. Aquella joven se acerca sin dar crédito a lo que ve.  Ambos soñábamos despiertos. Yo sólo pude decirle:

-Soñé contigo hace un par de noches.
-También yo.

 No hubo más necesidad de palabras. De todas formas, las conexiones de la vida son misteriosas e infinitas, y las oportunidades siempre vuelven. A veces disfrazadas de algo distinto.






VINISTE

VINISTE


 Todos hablaban entre ellos, casi sin prestarme atención, y allí, por grupos, se dedicaban a quemar los recuerdos en cigarrillos y palabras que no valían mucho mas que el aire del que estaban hechas. Yo mismo era un cliché. Medio triste, pensativo y mirando distante. Mi única distracción era ir viendo quienes llegaban y recibir sus saludos por compromiso.

 Allá, en una esquina, estaba un amigo al que no veía hace años; reía con su ritmo suave y melódico junto a un profesor que tuve en la universidad. En la esquina contraria, escondidos del mundo y anclados al pasado, estaban mi hermano y su novia.

  Se habían reunido aquí por mi, y era yo quien menos importaba. De todas maneras verlos juntos me alegraba el día.

 Me quedé un rato meditando, absorbiendo hasta la última gota de cada momento. Deseando con toda el alma que llegara sólo una persona más.

 Ella era un resumen de todos mis amores perdidos. Su recuerdo vagaba por mi mente hecha pedazos, como un fantasma descolorido y risueño. Me faltaba aquella mujer que me había hecho vivir un amor de cuento, y que de mala manera me enseñó que estos amores no sobreviven en el mundo real.

 La puerta se abrió una vez mas. Su pelo largo enmarcaba una mirada húmeda de culpa. Viniste, me dije a mi mismo. Viniste a pesar de todo. A pesar de todos. Viniste a verme como siempre, como antes, como cuando solía escaparme para que me buscaras. Como cuando solía tentarte para tenerte.

  Ella era el pasado que tuve y el futuro que siempre quise. Ella era el eco disperso de un montón de recuerdos y aventuras, de charlas y confianza, de amistad y peleas.

  Viniste a verme. Hoy no tengo una cerveza fría en el refrigerador, ni un beso en mis labios.

  Se me acerca, me trae flores. Su voz quebrada se pega en la madera. No puedo sentir su perfume.

  Ella llora y me recuerda. El vidrio impide que me despida con un beso.

  Viniste. Estoy en paz. Ya pueden sepultarme.