LAS MANOS
Unos
dedos largos y finos, tecleaban con el éxtasis de un pianista sobre la consola
frente a la pantalla, y en ese concierto binario de unos y ceros, tomaba forma
una doble hélice, una maqueta de humano, el arquetipo con el que el homo
sapiens buscaba rebajar la divinidad a la altura de la carne.
Aquellos dedos se movían vertiginosos y precisos, atravesando la atmósfera eléctrica de las teclas casi a una velocidad de miedo, sin cometer absolutamente ningún error, con una motricidad fina que dejaría en ridículo a los escultores clásicos del renacimiento. Se movían forzando un sueño, como un hada cósmica pronta a cumplir un deseo. Tecleaban formando un mundo, arrancándole trozos de vida a cada cálculo, concibiendo un ser humano sin amor de por medio.
Aquellos dedos se movían vertiginosos y precisos, atravesando la atmósfera eléctrica de las teclas casi a una velocidad de miedo, sin cometer absolutamente ningún error, con una motricidad fina que dejaría en ridículo a los escultores clásicos del renacimiento. Se movían forzando un sueño, como un hada cósmica pronta a cumplir un deseo. Tecleaban formando un mundo, arrancándole trozos de vida a cada cálculo, concibiendo un ser humano sin amor de por medio.
Empezaba a tomar forma aquella parodia de Adán, y con su alma medida en exabytes, estaba ya pronto a dejar su forma matemática para pasar a las matrices de
impresión genética. Pronto estaría en gestación dentro de un útero de acrílico,
soñando su luminosa preexistencia dentro de las matemáticas abstractas necesarias
para el cálculo genético.
Las
manos realizaban movimientos imposibles, rotando sobre muñecas de titanio, tecleando
presas de una voluntad ajena. Ignorantes de sus acciones iban y venían
automáticas de tecla en tecla, bajo la vigilancia de un ojo negro y convexo
situado a la altura del rostro de un hombre.
Un
chirrido semejante a una palabra eléctrica, rasga la penumbra y el silencio. Una
cantidad de "bips" como latidos, dan testimonio del alma de la máquina. Esas manos
unidas a aquellos brazos metálicos, bailan una danza imposible para cualquier
ser humano.
Al fin
estaba listo. Ese primer humano artificial era apto para la vida. Sólo restaba
llevar su existencia fuera de los números. La obra estaba completa y las manos empezarían la siguiente
tarea. Sólo debían cambiar de dueño, conectarse a otro módulo de operaciones, máquinas
cilíndricas semejantes a mayordomos mecánicos, quienes realizaban aquella
preciosa labor de construir al hombre a partir de la nada.
Eran los
tiempos en que la humanidad se expandía , seducida por aquellos nuevos sueños que
brotaban del infinito y profundo universo, burlando la muerte reduciéndose a
números, expresando su alma en matemáticas abstractas.
Debían enviar sus naves tripuladas con máquinas, y cuando estas detectaran alguna tierra prometida, ellas harían el milagro de recrear la vida.
Debían enviar sus naves tripuladas con máquinas, y cuando estas detectaran alguna tierra prometida, ellas harían el milagro de recrear la vida.
Era el
momento. En un par de años alcanzarían un mundo habitable. Unas manos muertas, unidas
a una máquina, estaban dando a luz a un ser humano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario