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sábado, 26 de septiembre de 2015

FUTURO PRESENTE 4- EL MAR

EL MAR


  Salí con mi hija a pescar como siempre, y de paso aprovechaba para estrechar con ella aquellos lazos que durarían toda la vida. Eran tiempos duros para el hombre en general, y más aun para quienes vivimos en el exterior. No importa. No necesito paraísos de plástico ni burbujas etéreas. No necesito ir a las estrellas para ver la belleza de una tierra en ruinas. Tengo a mi hija, mi mujer y me basta.

 Esa tarde íbamos en nuestro bote. Uno pequeño, pero  que jamás me había fallado en asegurar el pescado, que cambiaba por otras cosas con los pocos vecinos que había cerca. La humanidad en cada viaje a las estrellas perdía su humanidad.

  El mar había avanzado bastante, cubriendo buena parte del mundo habitado. Los polos se habían derretido entre caricias atómicas y susurros de cañones, dejando algunas angustias vivas y otras medio carbonizadas entre la chatarra, que cantaba el testimonio de que alguna vez el hombre fue el enemigo imaginario del hombre.

  Llevábamos varios peces ya, suficientes para un par de días, cuando mi pequeña me pide una manzana. Dejo mi caña y saco mi cuchillo para pelarla, cuando una pregunta tan simple y pequeña brota hermosa de su boca.

-¿Papá, qué es dios? La vecina siempre me dice que dios me cuida.

 No supe que decir. Hacía mucho que había dejado de creer en dios y mucho más que dios ya no creía en mí.

-Dios es quien nos da y quita…
-¿y dónde está?
-En todas partes.

 Le doy la manzana. La termina y me dice tan segura:

-Yo creo que dios es el mar.

 Me sonreí. No sé, hija mía, si lo tuyo es inocencia o sabiduría pura, pues tus palabras a los cinco años guardan mas cordura que 3500 años de ciencia.






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