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sábado, 26 de septiembre de 2015

FUTURO PRESENTE 5- LA SONRISA

LA SONRISA


 Un pequeño niño de metal y plástico, vagaba alegre en un mundo besado por recuerdos nucleares.  En su andar mecánico medio mordido por la sal, iba y venía entre ruinas de calles y edificios, donde hace mucho tiempo se había apagado ya el último suspiro humano. Iba y venía, mirando como a capricho del viento se movían las bolsas, botellas y papeles por el asfalto, simulando animales y pájaros lejanos de plástico, papel y vidrio.   

  Le llamaban la atención los espejos, y siempre que podía, se miraba, ya fuera en los vidrios rotos o algún metal pulido que encontraba en su camino. A este niño le gustaba buscar las cosas que su dueño amaba, pero casi siempre encontraba las menos. Buscaba sin hallar, flores que dieran alegría, amaneceres con sueño, unos minutos mas de vida… pero lo que mas le hacía ilusión encontrar era una sonrisa. 

 Flores había visto muchas, bailaba alrededor de ellas cuando las encontraba, a veces días enteros. Amaneceres había visto muchos, sin jamás sentir deseos de dormir. Minutos de vida no necesitaba, tenía la eternidad del plástico a su favor. En cambio , una sonrisa no podía sustituirla con nada. Quería tener una, quería tener algo que durase y pudiera llevar consigo.

  Una tarde mágica de un mundo deshabitado la vio. Brillaba una sonrisa como luna de plata, allá en la distante sombra de un edificio derrumbado y mordido por el tiempo. Su primer instinto fue saludarla. No obtuvo mas respuesta que la misma sonrisa. Se acercó a pasitos de deseo e infantil curiosidad, hasta quedar la sonrisa al alcance de sus manitos heladas.

 Extrajo la sonrisa desde donde se asomaba, examinándola, comparando su recién rescatado tesoro con las fotografías de su memoria.

 El niño sostiene la sonrisa entre sus manos acercándola a su pecho. Su corazón digital se acelera y gira sobre sí mismo en una algarabía electrónica.

 La mira a contraluz en el sol y la guarda en un bolso. Lo que había encontrado era un cráneo humano, que con su blancura y dientes sanos, le había hecho confundir una sonrisa con la mueca horrible de la muerte.


  Su inocencia de niño eléctrico, no le dejó ver que los sueños son mas reales cuando no se cumplen.





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