LA SONRISA
Un pequeño niño
de metal y plástico, vagaba alegre en un mundo besado por recuerdos nucleares. En su andar mecánico medio mordido por la sal,
iba y venía entre ruinas de calles y edificios, donde hace mucho tiempo se había
apagado ya el último suspiro humano. Iba y venía, mirando como a capricho del
viento se movían las bolsas, botellas y papeles por el asfalto, simulando
animales y pájaros lejanos de plástico, papel y vidrio.
Le
llamaban la atención los espejos, y siempre que podía, se miraba, ya fuera en los
vidrios rotos o algún metal pulido que encontraba en su camino. A este niño le gustaba buscar las cosas que su dueño
amaba, pero casi siempre encontraba las menos. Buscaba sin hallar, flores que dieran
alegría, amaneceres con sueño, unos minutos mas de vida… pero lo que mas le
hacía ilusión encontrar era una sonrisa.
Flores había visto muchas, bailaba
alrededor de ellas cuando las encontraba, a veces días enteros. Amaneceres
había visto muchos, sin jamás sentir deseos de dormir. Minutos de vida no
necesitaba, tenía la eternidad del plástico a su favor. En cambio , una sonrisa
no podía sustituirla con nada. Quería tener una, quería tener algo que durase y
pudiera llevar consigo.
Una
tarde mágica de un mundo deshabitado la vio. Brillaba una sonrisa como luna de
plata, allá en la distante sombra de un edificio derrumbado y mordido por el
tiempo. Su primer instinto fue saludarla. No obtuvo mas respuesta que la misma
sonrisa. Se acercó a pasitos de deseo e infantil curiosidad, hasta quedar la
sonrisa al alcance de sus manitos heladas.
Extrajo
la sonrisa desde donde se asomaba, examinándola, comparando su recién rescatado
tesoro con las fotografías de su memoria.
El niño
sostiene la sonrisa entre sus manos acercándola a su pecho. Su corazón digital
se acelera y gira sobre sí mismo en una algarabía electrónica.
La mira
a contraluz en el sol y la guarda en un bolso. Lo que había encontrado era un
cráneo humano, que con su blancura y dientes sanos, le había hecho confundir una sonrisa con la mueca horrible de la muerte.
Su
inocencia de niño eléctrico, no le dejó ver que los sueños son mas reales cuando
no se cumplen.
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